Hasta los años 60, en los que el carbón tuvo un uso generalizado como fuente energética, todas las fincas hacían sus propias carboneras: boliches o pilas de leña cubiertos de tierra y con seis o siete troneras que servían de respiraderos, dispuestas para ser quemadas lentamente y obtener carbón a partir de las brasas apagadas. La cochura -boliche prendida- duraba quince o veinte días. Algunas carboneras llegaron a producir hasta un millar de arrobas de carbón, esto es unos 11.500 kilos.
Las carboneras de brezo tenían una pequeña diferencia respecto a las de encina: las ramas pequeñas se colocaban en la parte inferior y las cepas más gruesas arriba; se prendía fuego a la pila y cuando las brasas estaban al rojo vivo, sólo entonces, se cubrían con tierra cernida.
El carbón de encina y de olivo se empleaba en los anafes u hornillos para guisar, así como en los braseros. Las fraguas empleaban el carbón procedente de los troncos de brezo, de mucho mayor poder calorífico.
La tala de los árboles se realizaba en marzo y en verano se quemaba la pila.
La mayoría del carbón que se producía en Zufre era trasladado por los arrieros hasta el ferrocarril con destino a las carbonerías de Sevilla.
La irrupción en los años 60 primero del petróleo y después del gas hizo que el carbón vegetal entrara en desuso en las labores domésticas; mientras que en las fraguas, el carbón mineral iba sustituyendo al de brezo.
El cancionero popular recuerda en sus coplas a los carboneros:
Los carboneros, Van pregonando.
Por las esquinas, Las esperanzas
Van pregonando No están en los hombres,
Carbón de encina, No están en los hombres,
Carbón de encina. Ni en las mujeres,
Picón de roble Que están en el tronco de los laureles.