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  Ruta Aceite
 

              La Ruta del Aceite

 

        Por Diego A. Velázquez Mallofret.

 

         Los trazados por los campos de esta villa se caracterizan por la escarpada orografía del terreno, vigilado por el vuelo circular, alejado y lento de las rapaces y surcado de múltiples veredas, construidas accidentalmente por el paso de las migraciones del ganado y de los animales salvajes en su búsqueda del alimento o en su descenso hacia el agua.

 

 
       
Los cauces anegados por la presa de la Rivera de Huelva y el Arroyo del Rey son los dos grandes lechos fluviales de esta villa, que
en su interior cobijan riquísimos bancos de peces.

 

         Las eras, los hornos de cal, los tejares, los molinos de aceite y de harina, los vados, los grandiosos cortijos encalados, las pequeñas casas de piedra camufladas en la dehesa y en el olivar, las vías pecuarias, los egidos, las ruinas del ferrocarril... Testigos inertes y elocuentes de la inalterable dialéctica del campesino: la lucha desesperada contra las adversidades y la protección del medio.

 

                           RESUMEN DE LA RUTA

 

         Humilladero S. Sebastián/Camino viejo Higuera Sierra/Portachuelo/Chorrito/Olivares umbría Zorrero/Tejar/Linares.

         Acceso: Humilladero de S. Sebastián (casco urbano de Zufre.

         Longitud aproximada. 5 kilómetros.

         Dificultad: media

         Valores ecológicos: gran riqueza de plantas aromáticas y medicinales (hinojo, orégano, menta y té del campo). Abundan los alcornoques, encinas, olivos, quejigos, higueras serranas, madroños y pinos piñoneros. Fauna: cigüeña negra, rapaces, meloncillos, ginetas, jabalíes, ciervos y aves insectívoras.

         Accesos: La Ruta del Aceite es completamente accesible en vehículo a través de La Carretera Blanca que parte del Humilladero de San Sebastián.


 

                        Datos históricos

 

         Los Molinos de Aceite: el primer molino del que existen datos es el Molino de los Parrales, situado en la calle Larga, dentro de la villa de Zufre. A este le siguieron otros cuatro molinos: dos de viga y dos de máquina, de acuerdo con la denominación popular, aunque todos basados en el esfuerzo físico de hombres y animales. Los dos molinos de máquina eran el del Chorrito y la máquina de Manuel Rufo, en San Sebastián. Los dos de viga se encontraban en El Bezo y en el centro de Zufre,en la misma ubicación de la actual fábrica. La actividad del Molino del Bezo cesó hacia 1940.  El de San Sebastián trabajó hasta 1950 y el del Chorrito lo hizo hasta finales de los 50. Las piedras empleadas en la molturación de aceituna en el molino del Chorrito fueron trasladadas con unos bueyes por El Tejar y La Solana hasta la otra cara de la sierra, lo que debe dar idea del inmenso esfuerzo físico que tuvo que realizarse, habida cuenta de que el camino que existía a finales del S. XIX no era para nada comparable al actual.

 

                               LA RUTA DEL ACEITE

 

         La primera parte del sendero comunica el pueblo con la zona conocida como "El Chorrito" (1). El punto de partida de este tramo es el humilladero de San Sebastián, de estilo barroco, del S. XVIII, ubicado en la parte posterior del viejo cementerio. A la izquierda del comienzo de esta ruta se encuentra un campo de fútbol y a la derecha la Cerca de Toscano.

 

         Transcurridos unos 150 metros entre olivares, al final de un repecho, se encuentra un almacén de corcho y un pequeño cerro roturado, desde cuya cima se goza de una espléndida vista panorámica del oeste del Conjunto Histórico Artístico de Zufre. El encinar de la umbría se llama El Portachuelo y el olivar La Cerca de los Novios.

 

         El Camino de Valdemaría sigue por la carretera blanca, conocida así por el color de los materiales empleados en su construcción. El camino se encuentra flanqueado a su derecha por un conjunto de alineaciones montañosas y sierras salpicadas de blanquísimos cortijos.

 

         A unos 200 metros del almacén de corcho el sendero sisea y se empina. Un poste de la instalación eléctrica marca el límite entre El Portachuelo y la Cerca de Mallofret. A la izquierda, el olivar del Tío Aquilino.

 

         En este punto, la ruta se parte en dos. El senderista debe seguir el trazado más claro, guiándose siempre por la instalación eléctrica. El camino de la derecha conduce a una vieja dehesa; hermosísimos ejemplares de encinas, alcornoques, chaparros, jaras blancas y aulagas adornan esta zona. Las bellotas alcanzan la madurez en el trimestre que va de noviembre a enero.

 

         A unos 150 metros, un nuevo camino, del mismo color que "la Ruta del Aceite" cruza el sendero hacia la parte de arriba. Los senderistas deben rechazar el desvío y seguir hacia delante por la parte más descansada, a través de un cerrado alcornocal. El tendido eléctrico deberá servirnos de guía otra vez. A unos cien metros, encontraremos otro desvió a la derecha, que inicia un descenso a través del monte bajo, las encinas y los alcornoques. Esta senda no es la nuestra, toda vez que deberemos seguir por la ruta más ancha y más blanca. No obstante, si gozamos de permiso -es propiedad privada-, podemos dirigirnos a las viejas ruinas del molino de aciete de "El Chorrito". Aún permanecen allí las piedras empleadas en la molturación de la negrísima aceituna, que se realiza en la temporada que va de diciembre a marzo, siempre que se trate de un buen año. El verdeo o recolección de la aceituna verde para la mesa, se realiza en los meses de octubre y noviembre. Cerca del viejo molino, hay una alberca que almacena el agua que cobija las entrañas de la Sierra del Zorrero. Agua que no faltó jamás, ni en los peores años de sequía, según cuentan los lugareños. Frente a la alberca, una pared cubierta con tejas delimita el huerto de "El Chorrito", donde antaño proliferaban los naranjos.   

 

         Desde nuestra ruta, contemplaremos todo esto desde la parte superior. A lo lejos también puede observarse con total nitidez el impacto de las escombreras de Cala sobre el paisaje.

         Toda la zona es muy rica en espárragos trigueros, de color negro y fuerte sabor a campo. Los aficionados a este exquisito producto pueden recogerlo, preferentemente, en los meses de mayo y junio. Los amantes de las setas deberán estar muy atentos en verano y otoño a la lepiota procera, conocida vulgarmente como gallipierna, apagador o matacandelas. La variedad de carne roja se conoce como josefita.

 

         A unos doscientos metros de este tercer cruce, la Ruta del Aceite abandona por fin el camino blanco y la referencia del tendido eléctrico e inicia la ascensión por una senda situada a la derecha (la segunda que hemos visto hasta ahora), fácil de identificar por su abundante grava suelta. Esta senda delimita un alcornocal de un olivar. Los primeros 150 metros de este tramo discurren entre alcornoques, después comienza el olivar. El olivar del norte de Zufre se encuentra salpicado de pequeñas casas de campo donde pernoctaban los recolectores de aceituna.

 

         En las orillas de este trecho abundan las hierbas medicinales y aromáticas, como el hinojo, la hierba de los siete dolores o del pañero, el orégano y el té del campo.

 

         El elegante orégano constituye, en los meses de julio y agosto, el ornamento, más vivo del olivar, como indica su etimología de oros (montaña) y ganos (adorno). Sus sumidades floridas son muy apreciadas como condimento y por sus virtudes medicinales relacionadas con su acción antiálgica. Ninguna tortícolis se resiste a una cataplsma de sumidades recién cortadas y calentadas brevemente en la sartén.

 

         También el hinojo, el hijo del sol, tan familiar en la serranía, se emplea como aromático para aderezar pescados, carnes y aceitunas. Su perfume aromático y sabor picante se deben a una esencia rica en anetol, sustancia estimulante y digestiva.

 

         A unos cien metros del comienzo del olivar, despues de sortear tres curvas, el camino pasa cerca de una higuera serrana -los higos se recogen en agosto y septiembre-, a la que le sigue una hilera de denso matorral, donde abunda el madroño. Dejamos el madroñal y continuamos el ascenso. En el próximo cruce doblamos a la izquierda (iniciamos el regreso). En el altozano hay una decena de pinos jóvenes. El tramo que nos aguarda, a través de la falda del Zorrero, es relativamente llano. El paraje que sigue es prolífico en higueras serranas y majanos, donde se han ido acumulando las abundantes piedras sueltas a lo largo de los años. A nuestra espalda, la figura egregia de un poderoso eucalipto parece cubrir los campos con su mirada. A unos 600 metros de este cruce, en la margen izquierda del camino, hallaremos las ruinas de una casa de campo. Unos 50 metros más allá de estos muros destruidos, el orégano crece de forma abundante en los bordes de la senda y junto a la decena de pinos que hay en la parte inferior. A partir del mes de mayo podemos degustar los sabrosos piñones de la sierra. La Ruta nos conduce hasta otra casa de campo en mucho mejor estado que la anterior. en el altozano, la copa de un pino piñonero aislado levanta su sombrero sobre el olivar. El tramo que sigue ahora es muy rico en hinojos. El sendero desemboca en una nueva ruta blanca (se trata de un desvío de la principal nuestra). Doblamos a la derecha y bajamos una acusada pendiente que nos conducirá que nuevo a Zufre. Las primeras casas de la localidad y la carretera comarcal 405 aparecerán pronto a nuestra vista.

 

         Ahora que iniciamos el descenso hacia Zufre por los límites de la finca El Tejar y que la bondad del camino de regreso no nos fatiga, ya podemos ir pensando en el uso que daremos a los productos que nos llevamos a casa. Los piñones, el orégano y el hinojo pueden servirnos para aderezar de forma inmejorable una buena carne, que podemos acompañar con unas gallipiernas o unos espárragos trigueros. El postre bien puede correr a cargo de un buen plato de higos con madroños.

 
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