La Gestora Golpista (14.08.36-09.01.37)
Sostiene un crucifijo
que la mano izquierda
esgrime como espada
y enarbola como inviolable insignia.
El índice de la mano derecha,
conminatorio,
indica,
¿indica?...
quizás ordene
la ejecución de algo...
o de alguien
en nombre de Dios y de la Patria.
Salí de la estancia
vomitando historia,
entre telarañas,
sudarios
y un nauseabundo olor
a momia...
(“Retrato del General”, de Manuel Ordóñez, poeta Higuera, q.e.p.d.)
Zufre, 14 de agosto, once de la mañana. La villa estaba tomada por las tropas sublevadas y sus aterrorizados habitantes sumidos en un pavoroso silencio. Las únicas voces que se escuchaban en la calle correspondían a ininteligibles vocablos africanos. Más tarde, cuando los falangistas se repusieron de la impresión inicial, comenzaron a salir a la calle para aplaudir y fundirse en entrañables abrazos con los militares. “¡Viva Franco!”; “¡Viva Cristo Rey!”; “¡Rojos al paredón!”. Los derechistas encerrados en la iglesia se encontraban bien; pero salieron clamando venganza. La Plaza de la Iglesia pasaba a llamarse a partir de ahora Plaza de la Libertad.
El comandante jefe de las fuerzas insurrectas se dirigió junto con los falangistas a las Casas Consistoriales. Al entrar, encontraron el archivo del Ayuntamiento y la Secretaría convertidos en “una informe masa de papeles debido a la desastrosa administración marxista” y “con el propósito, sin duda, de que no pudiera encontrarse ninguno; llevándose las llaves de estantes, cajones, etc., incluso las de la caja municipal”.
A las once y media, el comandante jefe de las fuerzas insurrectas acordó, junto con los derechistas sublevados que le acompañaban, designar una Comisión Gestora entre personas “destacadas por su honradez y buenas condiciones”. Con “carácter provisional y sin perjuicio de las modificaciones que pudiera disponer la Superioridad”.
José Luis Hidalgo Rincón.
José Antonio Castillo Hidalgo.
Felipe Sánchez Lobo.
León Alfonso Colorado.
José Bejarano Domínguez.
Luis Romero Navarro.
La nueva gestora acordó por unanimidad que desempeñara las funciones de Alcalde Presidente José Luis Hidalgo Rincón, de Primer Teniente de Alcalde José Antonio Castillo Hidalgo, y de Segundo Teniente de Alcalde Felipe Sánchez Lobo.
Imagen de republicanos fusilados en Badajoz en 1936.
El golpe militar y civil se había consumado. Los derechistas sublevados expugnaban la legítima Corporación republicana. El insurrecto Leonardo Ropero encargó las funciones de Secretario accidental al secretario del Juzgado Municipal, Vicente Arcos Palacios, asesorado por Amador Durán González.
“Así lo dispuso el Sr. Comandante expresado, a quien los reunidos dieron un fervoroso aplauso por su actuación en esta población, libertando a las numerosas fuerzas del orden que se encontraban detenidas y restableciendo el orden perturbado”.
Los sediciosos actuaban igual en todas partes: nombraban una gestora municipal y un comandante militar –inicialmente políticos de la Dictadura o del bienio radical (cedistas y militares retirados)-, y dejaban a un grupo de falangistas o de soldados para ayudar a la derecha local en las tareas de control y represión. Estas gestoras, integradas por los sectores más violentos del falangismo, permanecieron en el poder hasta finales del 36 y comienzos del 37, momento en el que se consideró concluida la “limpieza” inicial. En el caso de Zufre, se optó por José Luis Hidalgo Rincón, que había aparecido por primera vez en la escena política el 6 de enero de 1936, cuando fue designado por el Gobierno conservador para liderar la Gestora municipal. El Golpe de Estado lo situaba de nuevo en el centro de la escena política.
La expugnación de la villa se salda con el asesinato de dos moclinos inocentes en su trabajo: Manuel Sosa y Julián Garrote Marín. A nadie parecía importarle. ¿Existía un culto a la muerte en el nuevo régimen? A la anochecida, fusilaron al vecino Mateo Caballero Ventura en Almadén de la Plata -los pueblos de Sevilla fueron tomados antes, los fusilamientos también-. La Gestora volvió a darle un voto de confianza a Miguel Moreno Pulido, el jefe de las fuerzas militares residentes accidentalmente en la villa el 19 de agosto de 1936, por “el valioso concurso prestado a este pueblo en bien de la Patria”. El 30 de agosto, unánimemente acordaron darle un “expresivo voto de gracias al comandante militar de las fuerzas, el teniente Miguel Merino, que accidentalmente se encuentra en esta villa, por sus buenos servicios prestados a este pueblo en bien de la Patria”. ¿A qué servicios se referían los falangistas?, ¿a los fusilamientos?, ¿al asesinato en ese período de 20 zufreños, entre ellos la mitad de la Corporación Republicana? Conforme se consolidaba el golpe, podía comprobarse la perfecta sintonía entre la Gestora y los responsables militares.
Los militares Leonardo Ropero, Miguel Pulido y Miguel Merino, especialmente este último; así como el cabo Novoa y el agente Cantero, miembros de la Guardia Civil; escribieron una de las páginas más tristes de la historia de Zufre. Ellos fueron algunos de los brazos ejecutores de la masacre; los precursores, otros.